Obras


Microgramas (1940)

Obra en la cual adaptó el estilo de la poesía Haikú al español, usando como temática, la fauna, flora y folclore ecuatoriano, donde también se demuestra una gran influencia del poeta Haikú Matsuo Bashō.13​ En el ensayo introductorio a su publicación Carrera Andrade hace un recuento de esta forma de escribir poesía anclándola en la tradición de lengua castellana desde las publicaciones de Francisco de Quevedo por su Boda y acompañamiento del Campo donde escribe epigramas castellanos que a su juicio conforman los abuelos de los microgramas que el ahora escribía. De esta manera llegaba a definirlos como:13​"El micrograma no es sino el epigrama español, despojado de su matiz subjetivo".



Hombre planetario (1957)

Obra clave para entender la maduración de su palabra poética, pues los textos de Carrera radicalizan el proceso de evidenciar la imposibilidad de la palabra para captar la totalidad de la realidad. El texto del segundo volumen de Hombre planetario, de 1959, con un proyecto distinto y de más largo aliento que el primero, exige, incluso formalmente, un solo plan poético que no se dispersa en varios poemas, sino que es una secuencia de veinte poemas integrados temáticamente por esta búsqueda del único habitante universal. La obra poética de Carrera Andrade expresa una estética de la percepción del mundo que va de lo grande a lo pequeño o del ser a las cosas, siempre en relaciones duales: eternidad-tiempo, industria-naturaleza, rosa-mundo o guerra-sacrificio.


El Camino del Sol (1959)

Esta obra forma parte del proyecto más general de Carrera Andrade por intentar divulgar la realidad de su país a través de sus obras, para lo cual hizo uso de la prosa. Está dividido a su vez en dos libros, el primero llamado El fabuloso Reino de Quito, donde presenta las tribus autóctonas, la conquista incaica, y la llegada de los españoles, basándose en los escritos de Juan de Velasco, así como de otros autores relevantes. A su vez, el libro dos está titulado La Tierra Siempre es Verde, que trata sobre los 300 años de la Real Audiencia de Quito y como El Ecuador era visto por los cronistas de Indias, los corsarios y los viajeros ilustres. A juicio de Enrique Ojeda, uno de los académicos más importantes en los estudios carreristas, el objetivo de esta obra no era la crítica histórica sino la divulgación cultural en Europa, puesto que Carrera Andrade había encontrado una situación incómoda: "Ecuador no era conocido en el exterior, había poca o mala información, y los esfuerzos de ese país por difundir su historia eran insuficientes". De esta forma al difundir el pasado mítico de Ecuador, buscaba una mejor recepción de su literatura en el resto de países.



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